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La autonomía viaja de a pié

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Mensaje por M.Kaminecky Vie Abr 14, 2017 5:51 pm

La historia argentina en la que crecí y me formé- como dice Borges en Mi vida entera, “en la proximidad de la dicha y la intimidad de la pena”, tiene componentes que hoy me resultan esperanzadamente familiares. Como somos una semicolonia ( Ya Kusch dijo que si ese es el lugar desde el que nos hablan y tratan tomémoslo de los pelos y hagamos con él algo sin esperar ingenuamente que den vuelta el continente como esas imágenes patéticas de América Al revés) no tenemos dinero para desarrollarnos como quiere el mundo capitalista a-vanza-do, y de una u otra forma, interponiendo al estado o excluyendo al estado , estamos siempre más o menos preocupados por atraer inversores generándoles condiciones jurídicas y sociales que paradójicamente nos reafirman como semicolonia, porque estas condiciones consisten en controlar demandas sociales, acotar nuestra organización y participación, y acomodar nuestra moneda , todo lo cual nos deja más que claro el lugar que ocupamos en el planeta.
Pero estas decisiones irritan a los trabajadores y algunos no trabajadores que al tiempo quieren recuperar salario y reconocimiento porque han sido vulnerado por lo saqueado, devaluado, inflacionado, endeudado etc. Entonces allí aparece la incomprensión de los trabajadores y algunos no trabajadores que no han aprendido a “ubicarse” en la sucesión de desmadres y despadres que una gestión deja a otra, y no tienen mejor idea que cortar rutas, hacer paro, no ir a trabajar y como si fuera poco quieren consumir toda esa basura tecnológica que no le sirve para subsistir aunque sí para “existir”, que parece ser menos importante que lo anterior.
Esta desprolijidad conflictiva nunca dura demasiado, porque de tanto estar ocupados en el cotillón de uno o de otro, en el griterío de la izquierda, los bombos de los populistas, las camisetas de los “progres”, el violín de la derecha, no hemos perfeccionado nuestra organización y unidad para golpear con un solo puño a esta noble “runfla” que suele gobernarnos, y por esta debilidad, ya presentimos el próximo reordenamiento con un nuevo y generoso servidor de la patria grande. De vuelta la burra al trigo con la misma cantinela : crecimiento, desarrollo, disminuir el gasto público, equilibrar la balanza de pagos, ordenar las finanzas de los bancos, y de las sillas y sillones, etc.
He vivido 57 años entre planes de ajuste y estabilización y distribución amañada; entre fiesta custodiada y resaca , y es casi de Perogrullo que entre “cuidadas” distribuciones - que he celebrado- y planes de ajuste no hay corneadas. Uno funciona porque el otro se retiró por un tiempo, y el otro descansa porque sabe que va volver.
En el capitalismo lo que desordena una década la paga la que viene. No recuerdo algo distinto. Por eso no me sorprendió Menem, tampoco los Kirchner, tampoco Macri.
Cada uno viene a cumplir su papel en el orden que vivimos; que por otra parte nunca fue cuestionado con la rabia que se canta la marchita, ni se aprieta el puño. No se admiten desarreglos en la lógica capitalista, aunque la revistamos de mística y retórica nacional y popular.
Desde los ´70 vengo escuchando y entusiasmándome con movilizar, militar, “ cambiar el contenido de la marcha”, “ pegarse a la vanguardia” , “dejar que los trabajadores decidan” , “ hacer como los fulanos o menganos” , “ empoderarnos” ( noción espantosa para un revolucionario pero cómoda para una clase media culposa que quiere amigarse con los pobres) para no decir rabiarnos, resentirnos, ofendernos, enfrentarnos.
Lo que tengo a la vista y al pensamiento actualmente, me recuerda algo que dijo una escritora uruguaya , que entre la espada y la pared no hay lugar para existir, no hay vida para los segregados. Esto de la construcción micro resulta descaradamente pragmático y funcional, habrá que revisar y enfatizar un poco lo macro, ampliar, encarnar hacia la estructura y no el símbolo, las condiciones socio-económicas y no la metáfora ni el significado, la disputa del poder y no la convivencia , porque aquella prédica ha terminado conspirando contra nosotros mismos y fortaleciendo a los facinerosos que controlan temporalmente el estado, con esa vocación de servicio de hacer negocios con lo público y complacer a los amigos, parientes, leales , todos ellos capitalistas.
Se supone que la lucha, la militancia, el crecimiento de la conciencia es para prescindir de ellos, e instalarnos nosotros, los trabajadores, el pueblo, pero ocurre que cada vez con más claridad observo que nos sujetamos, queremos ser leales, seguimos , respetamos lo que nos lleva a lo que O’Donell había sentenciado en 1955, “el juego imposible” entre la economía dependiente y las pretensiones de industrialización, entre la resistencia y la necesidad de disciplinamiento, que en este siglo se plantea también con el estado, Porque no es que por ser estatal hay que celebrarlo, lo mismo que no se celebra cualquier cambio, se celebra los que favorecen o llevan agua para el molino de la independencia de los trabajadores y no de su acollaramiento a un circunstancial tutor. . El estado también hay que discutirlo como problema, como se empezó a discutir el sujeto de la revolución en la década del ´80 que nos desayunamos que no por ser trabajadores, pobres, marginales somos revolucionarios, resistentes. Tampoco la estatización, la nacionalización ,son bendiciones por naturaleza, dependen quiénes la llevan a cabo y para qué.
Pero a esto se agrega otra paradoja, si quiero más Estado éste se toma atribuciones razonables y nos vuelve miserables, pedigüenos, cautivos, dependientes, sujetados; a mas estatidad menos autonomía de las masas, nuestra conciencia asume que todo depende del estado y no de nuestra fuerza y praxis: Y ahí de a poco nos vamos conformando y quedando apachuchados, con el calorcito del subsidio.. Ocurre que este dispositivo de control fue avanzando sobre los espacios que hemos dejado liberados nosotros, por debilidad, por condiciones inexistentes, por comodidad o por olvido. Nuestra autonomía y responsabilidad de transformación radical de las relaciones, de la manera de pensar, de las prácticas, está siendo envasada en formato ligth, de pocas calorías, desmovilizadas por el sedentarismo político, por la búsqueda de productos frescos y sanos llenos de cosmética, resignando la confrontación, la desmitificación, la critica despiadada, la sospecha, para doblegar la injusticia y sinrazón cuando no el abuso que significa este ordenamiento social y económico que el estado representa.
El espacio que queda entre la espada y la pared es exiguo, si huyo de la espada el frío de la pared me congela, si huyo de la pared la espada me clava. El tiempo también lo construimos, no es algo que viene dado.
M.Kaminecky
M.Kaminecky
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